Aniversario de La Merced

La plaza de Huelva cumple 110 años de historia (y II)

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Cartel de la inauguración de La Merced y uno de los dos festejos inaugurales.
Cartel de la inauguración de La Merced y uno de los dos festejos inaugurales.

Se cumplen 110 años de la construcción de la plaza de toros de Huelva. Recordamos en esta segunda entrega el segundo festejo de aquella inauguración de La Merced hace ahora 110 años. Repetían del día anterior el local Litri y el cordobés Machaquito, sumándose en este segundo festejo el torero Bonarillo. Algunos incidentes hicieron peculiar el desarrollo de la lidia.

Vicente Parra.-

     Se cumplen 110 años de la inauguración de la plaza de toros de Huelva. Aquella inauguración se produjo en plenas fiesta sen honor de Nuestra Señora de la Cinta, patrona de la ciudad, cuando los festejos cinteros tenían una importancia extraordinaria y que, por desgracia y por desidia de muchos, pasan totalmente desapercibidos para la inmensa mayoría de los onubenses que sólo recordamos que el próximo sábado es fiesta local.

     Por lo que respecta al segundo festejo, celebrado en la tarde del 6 de septiembre, hay que señalar que tampoco fue tan triunfal como se esperaba y, además, estuvo plagado de incidencias, como se recogió por el periodista Julio Bermúdez en la siguiente crónica de la revista ‘Sol y Sombra’:

     «Con un lleno exagerado, sin duda por dar gusto a los últimos viajeros llegados, dio comienzo la Fiesta a la hora fijada, presidida por el Sr. D. Manuel Garrido, teniente alcalde, y los concejales Sres. Martínez y Siurot, Hecho el paseo y cada cual en su puesto, Bonarillo manda suspender la salida del cornúpeto hasta no ver por completo despejada la barrera. Hecho esto, Paco Limón da suelta al primero de los de Villamarta, negro bragado, de muchas libras y bien puesto, aunque astillado del derecho. De los de tanda toma dos varas, haciéndonos ver su blandura; llega a los montados otras dos veces y el bicho se resiente. Los chicos de Bonal toman los palos, poniendo Vito par y medio, dejando Angelillo, después de cuatro salidas falsas, medio. El espada encuentra a ‘Lechuzo’ quedado, tanteándole con buenos pases, para un pinchazo sin soltar. De nuevo vuelve a entrar para dejar media estocada baja y otra algo mejor, no permitiendo humillar y haciéndose, por lo tanto, la faena algo pesada. Al fin el toro dobla y el cachetero acierta a la segunda.

     Segundo, ‘Tejerón’, negro, bien puesto; sale con pies, rematando en las tablas. Los piqueros comienzan marrando, sin ocurrir baja en la cuadra. Acosado un poco se permite tomar una buena vara, no empujando en las restantes y yéndose de naja. El presidente ordena el cambio de suerte y los chicos de Litri cumplen su cometido con tres medios pares. Capita, si no recordamos mal, intenta lucirse después de avisada la muerte, para dejar medio par en los bajos. Miguel encuentra al de Villamarta incierto y receloso, dándole varios pases medianos para una estocada corta en buen sitio y otra algo caída, de la que dobló.

     Tercero, ‘Descompuesto’. Como sus hermanos, viste riguroso luto. Machaquito intenta capear; el bicho escarba la arena, y en una arrancada peligrosa tiene el diestro que tomar la barrera. Entran los piqueros, y con bravura y poder aguanta de éstos hasta siete varas, recargando en dos de ellas. Los matadores, oportunos en los quites. Mojino y Chatín cumplen en los palos. Machaquito emplea una inteligente faena de muleta, sobresaliendo los pases por bajo. Perfilado, entra para un pinchazo; más pases, para una estocada atravesada, terminando con un descabello a pulso. (Palmas)

     Cuarto. ‘Relamido’. Como los anteriores, también viene de negro. En la primera vara se huye, más acosado por los varilargueros se crece y hace una magnífica pelea, dando soberbios tumbos a estos. En una de las caídas, Ratonera cae al descubierto y el toro le achucha, acudiendo al quite los tres espadas con oportunidad. Ordénase el cambio de suerte, y el presidente es silbado por el público. Enmedio del vocerío, los palitroqueros colocan tres pares, uno al cuarteo y dos a la media vuelta. Bonarillo encuentra al buró buscando las tablas y trata de sacarlo, conseguido lo cual pincha algo delantero. Repite con una estocada buena, dos más sin soltar, otras dos soltando, suena por vez segunda la corneta, y el bicho se echa cansado.

     Quinto, ‘Castañuelo’. Negro, como todos sus hermanos, de gran cabeza y poder. Entra a los piqueros, y en menos tiempo del preciso para contarlo toma seis varas, dejando en tierra otros tantos jamelgos. El hermoso animal continúa desafiando, la música deja oir sus acordes, no hay picador que trate de citarle, y el público pide caballos. El presidente, que en su vida la ha visto más gorda, ordena el cambio de suerte y la asamblea, indignada, arroja al circo cuanto tiene a mano. Un chico de los de Litri intenta parear, y conseguido, a poco si no tiene que contarlo en la enfermería por el sinnúmero de botellas que le arrojan. Los matadores ordenan a sus cuadrillas la retirada del ruedo, y pasados diez minutos vuelven de nuevo. La tormenta arrecia y se repite el escándalo. Litri y Bonarillo conferencian con la presidencia, se acuerda salgan los caballos, y transcurrridos icuarenta! minutos empieza de nuevo la lidia. ‘Castañuelo’ toma dos varas, desmontando a los picadores, y los palitroqueros se encargan de adornarle el morrillo con medio al relance y dos a la media vuelta. El valiente Miguel encuentra al buró con casi todas sus facultades, y pasándolo con relativa precaución queda desarmado. Tirándose de verdad cobra media estocada corta en los blandos, pincha sin soltar, repitiendo con otra en su sitio. Intenta descabellar y se decide por liarse en corto y por derecho con verdadero coraje, cogiendo, sin duda, la mejor estocada de la tarde, saliendo trompicado. ¡Bravo, Miguel! La ovación es merecidísima.

     Sexto. Aún duraban los aplausos al diestro cuando se dio suelta a ‘Asombroso’, negro también como los anteriores. Querencioso al percal, sembró el ruedo de capotes, mostrándose en varas buey de solemnidad, siendo acosado para cumplir con el reglamento, no obstante dejar tres ‘arres’ en el ruedo. ‘Asombroso’ se asusta de lo hecho y busca la salida varias veces, saltando al callejón. Cambiada la suerte, Mojino toma los palos, y al encuentro le prende medio par, repitiendo con uno bueno. Machaquito trata de sujetarlo con la flámula, siendo desarmado; y entrando un poquito largo vuelve a salir desarmado; repite con un pinchazo y el público empieza a encender cerillas; la faena va resultando pesada, pero Rafael no abandona el sitio de los guapos. Otro desarme, pinchando de nuevo; repite al revuelo de un capote, y en las tablas termina con dos a la media vuelta».


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