Emblema del toreo onubense

Miguel Báez Spuny ‘Litri’: 62 años de su alternativa

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Dos imágenes del maestro Litri de distintas épocas, pero el mismo semblante de seriedad.
Dos imágenes del maestro Litri de distintas épocas, pero el mismo semblante de seriedad.

El pasado viernes, 12 de octubre, se cumplieron 62 años de la alternativa del maestro Miguel Báez Espuny ‘Litri’ en Valencia, grado que recibió de manos de Joaquín Rodríguez ‘Cagancho’ en una corrida en la que también fue alternativado Julio Aparicio. Como homenaje a Litri, HUELVA TAURINA ofrece unos datos biográficos y profesionales de su amplia y dilatada carrera taurina.

Vicente Parra.-

     Manolito ‘Litri’ no sólo había conquistado a la afición valenciana, sino que también él había sido conquistado por una valenciana. Concretamente, mantenía relaciones sentimentales con una joven vecina de Gandía, llamada María de los Ángeles Espuny Lózar, con la que pensaba casarse al término de la campaña de 1926. Meses más tarde de la muerte del torero, la joven Ángela se trasladó hasta Huelva para ofrendar un ramo de flores ante la tumba de su amado Manolito, siendo acogida en su domicilio por el padre del torero, Miguel, que, en aquellos días, cuidaba de la grave enfermedad que padecía su esposa y de la que fallecería el 21 de noviembre de 1927.

     Pronto germinó el amor entre el viejo torero y la joven hasta tal punto que el 23 de enero de 1928 contrajeron matrimonio en Gandía. Fruto de este matrimonio nacieron tres hijos: Ana María, nacida en el año 1929 y fallecida a los cuatro años de edad, en Huelva; Miguel Sebastián Liliano, nacido en Gandía el 5 de octubre de 1930; y Josefa, nacida en Huelva el 16 de octubre de 1932, cuando ya el patriarca Miguel Báez había fallecido el 14 de enero de 1932, cuando contaba 62 años de edad, víctima de una rápida dolencia.

     La estancia de la familia en tierras de Gandía no duró mucho por cuanto, tras el nacimiento del pequeño Miguel, se trasladó a Huelva, donde, incluso, se produjo el bautismo del niño, que contaba escasos días de vida.

     La rápida ausencia del padre así como los deseos de la madre de apartar al pequeño del ambiente taurino no fueron obstáculos para que, paulatinamente, la afición fuera inoculándose en Miguel, a quien amigos y seguidores de su hermano Manolito se preocuparon de que el niño siguiera la estela familiar.

     Sin embargo, la llamada de la afición fue mayor y, poco a poco, el pequeño Miguel se fue acercando al planeta taurino, llegando incluso a matar una res en las instalaciones del Matadero Municipal. En otra ocasión quiso torear a un ternero con un saco que había teñido de rojo. Las escapadas del Colegio de los Maristas, donde cursaba sus estudios, se hicieron cada vez más frecuentes y Miguel las aprovechaba para torear junto a los aspirantes a toreros que existían en la capital onubense y, con ellos, acudía a algunas capeas que se celebraban en localidades próximas, donde empezaba a ser reconocido.

Primer obstáculo: su madre

     Al joven Miguel le costó mucho esfuerzo que la madre accediera a dejarle torear. Hasta que no comprendió las razones que impulsaban a su hijo a seguir la trayectoria profesional de su padre y de su hermano, y ante la evidencia de que el muchacho estaba llamado para ser torero, doña Ángeles no accedió, poniéndolo en manos de buenos aficionados y, por supuesto, ‘litristas’ que cuidaron del nuevo torero.

     Y Miguel, tras muchas capeas y algún que otro tentadero, tuvo su primera oportunidad de matar su primer becerro. El hecho aconteció el 1 de junio de 1947 en la localidad onubense de Manzanilla, y fue su primer éxito. Su carrera había comenzado y vistió su primer traje de luces en Valverde del Camino el día 16 de agosto de ese mismo año, actuando junto a José Utrera ‘Costillares’ y Juan Posada. Juanito Posada paseó el anillo y ‘Litri’, que estuvo muy mal con los aceros, recibió una fuerte ovación.

     Días después, Miguel ‘Litri’ comenzó a recorrer las diferentes plazas de la provincia, cosechando éxitos y saboreando las mieles del triunfo, que repetiría en la campaña siguiente antes de la eclosión definitiva en el año 1949, temporada en la que actuó en 116 novilladas –en un gran número de ellas formando pareja con Julio Aparicio– y siete festivales, en los que cortó 203 orejas, 97 rabos y 37 patas, convirtiéndose en un ídolo de la afición taurina y, especialmente, de la valenciana, en cuya plaza llegó a actuar durante dicha temporada nada menos que en 23 ocasiones.

     En muchas ocasiones, e incluso en ferias importantes, ante el empuje de la pareja Aparicio-Litri, las empresas modificaban los carteles, contratando a los novilleros porque atraían a un mayor número de espectadores a los tendidos. Así, por ejemplo, ocurrió en la Feria de San Jaime de Valencia o en la Corrida de la Prensa de Madrid de 1950.

     En esta época, la afición onubense estaba volcada con su toreo y le seguían en numerosas actuaciones, llegando, incluso, a empeñar el mobiliario doméstico para obtener el dinero preciso para los viajes y localidades. Además, la Peña ‘Manolito Litri’ lanzaba cohetes para dar cuenta del resultado de la actuación del joven novillero mientras la población aguardaba ansiosa la caída de la tarde para conocer el número de trofeos conquistados.

La alternativa

     Llegó la hora de la alternativa, anunciada para el 12 de octubre de 1950 en la plaza de Valencia en festejo a beneficio de la Asociación de la Prensa. Joaquín Rodríguez ‘Cagancho’, con toros de Antonio Urquijo de Federico, fue el encargado de oficiar de padrino de una ceremonia que estuvo precedida de una polémica creada por el apoderado de la pareja de novilleros, José Flores ‘Camará’, que impuso un sorteo para determinar el orden de actuación que, por norma y sentido común, correspondía a Julio Aparicio, quien fue el afortunado en el sorteo y, lógicamente, fue el primero en recibir el nuevo grado.

     ‘Cagancho’ hizo matador de toros a ‘Litri’ con el astado llamado ‘Pendolito’ y, como en tantas otras ocasiones, el torero onubense le cortó las dos orejas y el rabo, trofeos que repetiría en el último de la tarde. Esta alternativa la confirmaría Miguel el 17 de mayo de 1951, de manos de Pepe Luis Vázquez y con Antonio Bienvenida como testigo, al cederle el toro ‘Desagradecido’, del hierro de Fermín Bohórquez. Aquella tarde cortó una oreja.

     Los éxitos cosechados en la temporada española le abrieron los cosos hispanoamericanos. Sin embargo, ‘Litri’ no estuvo afortunado en tierras mexicanas y pronto decidió volver a su tierra para preparar la siguiente temporada, a cuyo término, y tras conceder la alternativa a Pedro Martínez ‘Pedrés’ en la plaza de Valencia el 12 de octubre, decidió retirarse temporalmente de los ruedos.

     Su enorme afición hizo que aquella retirada fuese temporal por cuanto actuó en numerosos festejos benéficos en los que era reclamado. El 3 de julio de 1955, y en la plaza de Orán, se produjo su primera reaparición, actuando en los ruedos hasta finalizar la temporada de 1958. La temporada de 1959 el torero la dedicó a participar en el rodaje de la película autobiográfica ‘El Litri y su sombra’, con guión de Agustín de Foxá y dirigida por Rafael Gil.

     A comienzos del año 1963, Miguel ‘Litri’ decide reaparecer otra vez y en Castellón inicia la campaña. Durante tres temporadas, el torero onubense volvió a dejar muestras de su quehacer en los ruedos, cosechando numerosos triunfos y éxitos entre el delirio de los aficionados. Al término de dicha temporada, contrajo matrimonio con Conchita Spínola.

     Parecía que aquella sería su definitiva retirada de la actividad. Sin embargo, sucedería un hecho que le haría retornar, una vez más: la inauguración de la plaza Monumental de Huelva. Y como su padre había inaugurado la anterior plaza el 5 de septiembre de 1902, ahora, por iniciativa popular, la ciudad de Huelva quiso que fuera otro Miguel Báez el que inaugurara el nuevo coso. Miguel aceptó la iniciativa y el 3 de agosto de 1968 hizo el paseíllo junto a Manuel Benítez ‘El Cordobés’ y Ángel Teruel para lidiar toros de Celestino Cuadri. Aquella tarde, ‘Litri’ cortó las dos orejas del primero de la tarde, trofeos que repetiría al día siguiente actuando junto a Paco Camino y Sebastián Palomo Linares con reses de Clemente Tassara.

Reaparición para la reinauguración de La Merced

     Dedicado a sus actividades ganaderas y agrícolas, excepcionalmente, Miguel se dejaba anunciar en algunos festivales de carácter benéfico. Pero, de nuevo, habría otra circunstancia que le harían volver a torear vestido de luces. La plaza Monumental, inaugurada unos años antes y de la que ‘Litri’, junto a Antonio Borrero ‘Chamaco’, era empresario, tuvo que cerrar sus puertas por graves deficiencias y la añeja plaza de toros de Huelva había sido remodelada por el empresario y ganadero José Luis Pereda García. Y, de nuevo, los onubenses pidieron que un Miguel Báez ‘Litri’ estuviera en el cartel.

     Pese a su edad, Miguel aceptó el envite y, tras una intensa preparación, hizo el paseíllo en el coso onubense en la tarde del 29 de julio de 1984 junto a Curro Romero y Pepe Luis Vázquez hijo para lidiar un encierro de Jandilla, cortándole las orejas al primero de su lote. Unos días después, concretamente el 3 de agosto, volvió a vestir las taleguillas y, en esta ocasión, para dar la alternativa a Sebastián Borrero ‘Chamaco II’. Esa tarde actuó junto a Paco Ojeda y se lidiaron reses de Gabriel Rojas. En el cuarto, en el de su nueva despedida, Miguel ‘Litri’ volvió a pasear las orejas de su oponente. Ni que decir tiene que Huelva vibró con su torero en estos dos festejos, a cuyo término el diestro fue izado a hombros para salir así por la puerta grande.

     Todavía, en esa misma temporada, Miguel hizo un nuevo paseíllo en la plaza choquera. Fue en la tarde del 12 de octubre, con ocasión de un festival benéfico, organizado por él, y en el que actuó por primera vez ante el público un nuevo Miguel Báez ‘Litri’, nieto del primer Litri e hijo de quien había dado mayor realce a la dinastía, que veía así como iba a continuar.

     Los avatares de la vida hicieron que, otra vez más, Miguel Báez Espuny ‘Litri’ tuviera que vestirse de luces. Y, a los 57 años de edad, lo hizo el 26 de septiembre de 1987, para darle la alternativa a su hijo, de su mismo nombre, en la plaza de Nimes, en la misma corrida en la que Paco Camino haría matador de toros a su hijo Rafael, con reses de Jandilla. De nuevo, Miguel ‘Litri’ cortó trofeos y salió a hombros por la puerta grande en su última actuación ante el público en tan emotiva jornada.

     Miguel Báez ‘Litri’ ha sido un torero muy representativo del tiempo en que actuó. Su personalidad inconfundible pudo desarrollarse por la inteligencia y el mimo con el que fueron administradas sus actuaciones desde que comenzó su carrera taurina. Ello le permitió un aprendizaje eficaz a la vista del público que, con su preferencia por determinadas maneras de su toreo, orientó y encauzó su arte. Su imperturbabilidad ante las reses pareció, en ocasiones, tener nota de inconsciencia pero la clase de ganado que lidió de novillero le permitió todo género de pruebas con riesgo muy reducido. Ello hizo que acentuara esa cualidad que, ante reses más cuajadas, producía verdadera angustia y arrebataba a los espectadores hasta crear una obsesión ‘litrista’ que le hizo uno de los diestros más auténticamente populares con que ha contado la Fiesta. Esta impasibilidad ante el riesgo fue condición que, diestramente administrada, sirvió de fundamento a su toreo. No fue torero de calidad con el capote ni le interesaron los aspectos técnicos de la lidia pero, con la muleta, se transfiguraba y, con muletazos plenamente elogiables, mezclaba adornos de mal gusto e intentaba pases recusables, componiendo el todo faenas abigarradas, pero siempre valerosas, que arrebataban al público. Su manera de ver venir los toros arrancados desde lejos, embarcarles en la muleta y despegárseles, debe entrar entre lo excepcional y meritorio. Su juego de muleta fue siempre emocionante y de una fuerza comunicativa excepcionales.

     Ha sido un matador seguro y arrojado y todo ello ha compuesto una personalidad de gran interés ofrecida a la discusión apasionada de los aficionados. A ‘Litri’ puede discutírsele, pero no puede permanecer indiferente ante su toreo. En esta etapa tenía un carácter ingenuo y bondadoso que, con su aparente infantilidad, ocultaba una tenacidad y una firmeza muy congruentes con su valor, verdaderamente excepcional. Cuando se habla de toreros valientes, ‘Litri’ pide plaza entre los primeros de cualquier época.

     El maestro Miguel Báez ‘Litri’ ha sido objeto de múltiples reconocimientos. Tiene en su poder las Medallas de Oro de la ciudad de Huelva y de la Provincia, así como la Medalla de Andalucía y la Medalla de las Bellas Artes, además de otras que les fueron concedidas por sus aportaciones al toreo.

     Afortunadamente, a sus casi 81 años, Miguel Báez Espuny ‘Litri’ sigue vivo y mantiene su gran afición taurina, aunque haya dejado en manos de su hijo la labor de dirección de las explotaciones agrícolas y ganaderas familiares. Disfruta de la vida y de lo que se ganó honradamente en los ruedos y sueña que, ojalá, muy pronto haya otro Miguel Báez ‘Litri’ en los ruedos, su nieto, a quien ya va introduciéndole en la afición taurina.

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