Centenario de la plaza de Santa Olalla (II)

Aficionados prácticos y ganaderos olalleros

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Tendidos de la plaza de Santa Olalla.
Tendidos de la plaza de Santa Olalla.

Este fin de semana se conmemorará el centenario de la plaza de toros onubense de Santa Olalla del Cala, una joya de la Fiesta taurina en la provincia de Huelva. Hoy publicamos la segunda entrega de una trilogía de reportajes que repasa algunos datos históricos de la ya centenaria plaza onubense.

Vicente Parra.-

     En el ruedo olallero, varios jóvenes de la localidad han soñado con abrirse paso a la gloria. De todos ellos, lógicamente hay que referirse a José Manuel Cobo, en los carteles taurinos ‘Niño Cabales’, que quiso hacerse torero y, en varias ocasiones, actuó ante sus paisanos con el deseo de encontrar el camino para hacerse figura del toreo. No pudo ser, pero ahí está su gran afición, como también la tiene un gran profesional que, durante muchos años, estuvo actuando como varilarguero de gran eficacia. Es el caso de Santiago Chacón, un hombre que se ha hecho en el campo bravo, trabajando como mayoral en varias ganaderías, y que ejerció como picador desde hace varios años. En muchas ocasiones he tenido la oportunidad de ver su forma de picar y, todo hay que decirlo, Santiago dejó constancia de su gran profesionalidad y afición. Ahora, además, se dedica a ayudar a chavales jóvenes que hacen sus primeras armas como toreros y en su casa siempre hay algunos novilleros a los que el bueno de Santiago, además de ayuda, les da protección y cariño.

     Ha habido más olalleros que han buscado la gloria taurina, pero las circunstancias que rodean a este mundo les han impedido llegar a cotas más altas. Hubo quien la buscó en la oscuridad de la noche, al torear uno de los astados que estaban preparados para un festival benéfico. Casi todos conocéis la aventura protagonizada por Justo Romero Gómez ‘El Torero’, Senén y Justo ‘El Herrador’, que a punto estuvo de costarles un serio disgusto; pero, como siempre, el ángel protector de la plaza les ayudó a salir indemnes de la paliza que recibieron y, posteriormente, les dio ropa y abrigo para reemplazar a las deterioradas a causa de los atropellos recibidos. Una anécdota la que protagonizaron estos grandes aficionados, que todavía tienen en su mente los deseos taurinos.

     Y en estos momentos de recordar a aquellos olalleros que han sido capaces de hacer el paseíllo en la plaza de su tierra, no puedo dejar en el olvido a los componentes del cartel de una tarde de hace veinticinco años, cuando se conmemoró el setenta y cinco aniversario de la inauguración del coso de la calle Zorilla. En la Feria de 1986 actuaron Antonio Ramos, el hijo de Agustín ‘El tractorista’ y José Manuel Vázquez ‘Niño Carmelo’ y, como sobresaliente de espadas, Antonio Sánchez ‘El Morenito’, hijo del ‘Pescador’. Y, allí estaba, como siempre en un discreto segundo plano, El Lirio, que era el mozo de espadas de los maestros que, para esta tarde tan trascendental en sus respectivas carreras, efímeras pero muy triunfales, contaron con el asesoramiento del hoy importante industrial Pedro Pañofino. Vaya cartel el que se dio hace veinticinco años y que nos hace pensar que, para el centenario, habría que haber montado otro cartel de similares características.

     Lógicamente, la existencia de tan buenos aficionados como siempre han residido en Santa Olalla, posibilita que algunas personas hayan dedicado su afición a la cría del toro bravo, con independencia de que en muchos municipios cercanos haya ganaderías bravas. Si en un ayer no muy lejano, en estos campos pastaron las bravas reses de Aurora y Manolo Márquez, en la actualidad lo hacen las de Gerardo Ortega, un joven ganadero que ha sabido recoger las enseñanzas de aquel gran hombre que fue capaz de levantar un emporio como era su abuelo Gerardo y de continuar el trabajo iniciado por su padre, Pepe Ortega, a quien conocí hace más de 35 años.


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