Un trabajo del empresario José Luis Pereda

La Merced cumple hoy 28 años de su reinauguración

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Fachada principal de La Merced.
Fachada principal de La Merced.

La plaza de toros de La Merced se reabrió al público el 29 de julio de 1984, tras un profundo proceso de reformas y obras. El empresario José Luis Pereda impulsó la idea tras cerrarse al público la ya desaparecida plaza Monumental por problemas estructurales. Litri, Curro y Pepe Luis Vázquez protagonizaron el evento.

Redacción.-

     Fue el 29 de julio de 1984. El día en el que el sueño se hacía realidad: Huelva recuperaba su plaza de toros de siempre. Enclavada en la Vega Larga, aquella que un día fue la plaza llamada de Las Colonias se convertía ya para siempre en la de La Merced. Un logro alcanzado a partir de la bendita locura de José Luis Pereda García.

     Porque fue él, empresario hasta entonces sin demasiada conexión con el mundo del toro, quien primero vio que el empeño era posible. No sin dificultad, movilizó a distintos sectores de la sociedad onubense y consiguió que el Ayuntamiento de Huelva se involucrara en el proyecto. La plaza de toros Monumental había sido cerrada algunos años antes por graves problemas en su estructura y Huelva ya no había tenido toros por Colombinas en 1983. El año antes sí los tuvo, pero en una portátil. El impulso de José Luis Pereda, la complicidad del consistorio de la capital con su alcalde José Antonio Marín Rite a la cabeza y el trabajo impecable del arquitecto onubense Luis Marquínez obraron el milagro. Apenas nueve meses después del inicio de las obras, tras un proceso burcrático harto complicado y después de las durísimas pruebas de carga a que se sometió al edificio, La Merced abrió sus puertas. Fue el 29 de julio de 1984. De aquello se cumplen hoy 28 años.

     El maestro Miguel Báez ‘Litri’, como su padre casi un siglo antes, fue el encargado de reestrenar la plaza y el cúmulo de ilusiones generado en torno a ella. Le acompañaron Curro Romero y Pepe Luis Vázquez. Puede que en lo taurino la tarde fuera desigual, pero nadie podía aguar aquella fiesta y los tres toreros salieron a hombros por la puerta grande al final de la corrida. Un augurio de la buena estrella que, desde entonces, alumbra a nuestra plaza de toros, que está a punto de vivir una de las mejores ferias de Colombinas de su historia.

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